Desde el exterior, este pequeño edificio pasa desapercibido para la mayoría de las personas que caminan por la Gran Vía. Sin embargo, justo detrás de esta importante arteria de la ciudad de Madrid, hay una iglesia cuya austera fachada no revela ninguna pista de lo que esconde su interior y que por sus frescos ha sido denominada La Capilla Sixtina de Madrid.
San Antonio de Padua, (Lisboa 1195, Padua, 1231) de gran veneración en Portugal. La iglesia se edificó en 1606 como edificio complementario del Hospital de San Antonio de los Portugueses que atendía a ciudadanos de éste país y por ello la decoración está dedicada a ocho santos, la mayor parte lusos como San Fructuoso, San Damaso, Santa Irene, Santa Sabina, San Gonzalo, Santa Julia, Santa Beatriz de Silva, y San Amadeo de Silva. Por ello, sobre la puerta de entrada al templo se encuentra un gran escudo del Reino de Portugal y una alegoría sobre la unión de las Coronas de los dos reinos, pero tras la pérdida del país vecino , la reina regente, Mariana de Austria decide en 1689 cambiar el nombre a San Antonio de los Alemanes; bien sea por la gran cantidad de alemanes católicos que se hallaban en la corte o tal vez por ser el lugar de nacimiento de la misma reina. También decide tapar con un repintado el escudo lusitano que sin embargo ha sido recuperado en la última restauración llevada a cabo con el patrocinio del Instituto de Conservación y Restauración de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura.
Hacia 1660 comienza a pintarse la
bóveda según bocetos de los italianos Angelo Michelo, Coloma y Agostino Mitelli,
pero no es hasta 1662, cuando se empieza a decorar con los frescos que han hecho popular esta iglesia. Los autores son dos pintores de la corte de Carlos II: Juan Carreño de Miranda y Francisco de Rizzi. En ella podemos ver el santo titular San Antonio de
Padua, franciscano que ocupa el lugar más
importante de la boveda, obra de Carreño, que recibe con los brazos abiertos y arrodillado sobre
una nube al Niño Jesús y a la Virgen Maria en su advocación de la Inmaculada
Concepción Patrona de la Hermandad. "El tambor", en realidad un trampantojo y donde se asienta la cúpula, es obra de Rizzi, así como los santos portugueses del primer anillo de la cúpula. Los muros curvos son creación de Luca Giordano y aquí podemos ver representados algunos de los milagros del santo. En un nivel inferior están retratados los llamados reyes santos: Enrique II de Alemania, Luis IX de Francia y San Esteban de Hungría. En las seis hornacinas laterales en arco de medio punto interviene el mismo Giordano decorando uno de ellos con un Calvario, Eugenio Cajés pintó a Santa Engracia y Nicolás de la Cuadra se encarga en 1702 de pintar los retratos de los reyes, desde Felipe III a Felive V y las reinas María Ana de Neoburgo y María Luisa de Saboya. En el retablo mayor se encuentra una escultura de San Antonio con el Niño, obra del escultor portugués Manuel Pereira y una Gloria de Ángeles, obra de Francisco Gutiérrez.
Otro lugar interesante es la cripta en la que hallamos varios nichos que albergan los restos de algunos miembros de la realeza, en concreto dos infantas de Castilla: Doña Berenguela de Castilla (1253 -1300), hija de Alfonso X el Sabio y Doña Constanza de Castilla (1308-1310) hija de Fernando IV de Castilla. También aquí encontramos desde 2005 una estatua de San Pedro Poveda, del escultor y político Pedro Requejo Novoa.

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uno de los milagros del santo, |
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vista general de la cúpula |
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Fresco de San Luis de Francia, obra de Lucas Giordano, sobre él el milagro de la mula, del mismo autor. |
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San Antonio con el Niño obra de Manuel Pereira |
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La cripta |
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detalle de los nichos reales |
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Vista general de la cripta |
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