Como en otras ocasiones, las obras de remodelación del metro de Madrid siempre han deparado sorpresas arqueológicas. En el año 2009, mientras se instalaban los ascensores en la estación de Ópera, un elemento del pasado de la ciudad fue hallado a 8 metros por debajo de la Plaza de Isabel II. Las excavaciones revelaron que se trataba de la Fuente de los Caños del Peral, un fragmento del acueducto de Amaniel y partes del antiguo alcantarillado del Arenal.
La fuente de los Caños del Peral es la parte más representativa de los restos encontrados. Fue construida en la segunda mitad del siglo XVI pero la fuente ya existía en tiempos muy anteriores y es posible que en la época islámica hubiera aquí algunos baños en el exterior de las murallas. El nombre procede de un peral que daría sombra en el siglo XIII en este lugar , siendo "los caños", el nombre dado en aquel tiempo a los acueductos. Cuando se formó la plaza en el siglo XV, aparece ya con el nombre de Fuente del Peral. Aquí se reunían todos los aguadores de la ciudad que luego repartían el agua por Madrid. El conjunto disponía de un lavadero con 57 pilas que recogía el agua sobrante de los caños que tenían una longitud de 34 metros. Este lavadero era propiedad del Ayuntamiento que lo arrendaba a particulares. Sin embargo en el año 1663 se deshizo de su propiedad debido a los conflictos que estaban asociados por este arrendamiento. El lugar, dominado por el barranco creado por el Arroyo del Arenal era una zona problemática, pues por aquel entonces los desechos solían arrojarse al arroyo, causando contaminación y bloqueos que provocaban inundaciones. Para ayudar a remediar este problema, en el siglo XVI se creó un sistema de alcantarillado. El acueducto Amaniel fue construido a principios del siglo XVII para cruzar la quebrada. Su construcción fue fundamental, ya que suministró el agua potable adicional que tanto necesitaba la ciudad. Desde comienzos del siglo XVII junto al lavadero se hallaba el último corral de comedias de Madrid que más tarde se convirtió en el Teatro de los Caños del Peral, antecedente del actual Teatro Real. Precisamente al allanar el terreno para la construcción del mismo, supuso el final de la Fuente del Peral, que por alguna razón no fue destruida, sino simplemente soterrada.
La construcción que puede verse en el museo data del siglo XVI, se sabe que fue diseñada por Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasterio de El Escorial , tiene una fachada de piedra sin labrar de estilo típico renacentista. Otros elementos del siglo XVII fueron añadidos cuando se cubrió de granito la fachada y se aumentó el numero de caños. Hoy, estas tres reliquias arqueológicas se exhiben dentro de la estación de metro Opera detrás de paneles de vidrio. Tanto los lugareños como los turistas pueden tomarse unos momentos para mirarlos así como los carteles informativos que los acompañan y de esta manera agregar un poco de historia a sus viajes diarios.
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