El municipio de Rivas-Vaciamadrid es el ejemplo perfecto de aquellos que han crecido de forma vertiginosa en los últimos años. De hecho, su espectacular crecimiento de 500 vecinos en 1980 a los más de 100.000 habitantes que tiene en la actualidad ha sido considerado como el de mayor expansión demográfica de toda Europa. Además, su expansión se ha realizado de un modo longitudinal a lo largo de la Carretera de Valencia y finalmente al situarse en las inmediaciones de los valles fluviales del Manzanares y del Jarama ha propiciado que al remover terrenos para construir en una zona con gran potencial arqueológico se hayan descubierto en su término municipal interesantes yacimientos de distintas épocas.
El Yacimiento arqueológico de Miralrío fue descubierto al iniciar los trabajos de urbanización en esta zona en el año 1996. Se trata de un poblado de la II Edad del Hierro de una época que podemos situar cronológicamente entre los siglos IV al II A.C. que fue habitado por una de las tribus prerromanas que poblaban esta zona del interior de la meseta, los carpetanos y se trata de uno de los pocos vestigios de este pueblo que pueden encontrarse en la Comunidad de Madrid y aunque no se tiene mucha información, parece corresponder a un pequeño asentamiento o aldea situada sobre una elevación a salvo de inundaciones sobre la fértil vega donde se sitúa la confluencia de los ríos Manzanares y Jarama que sin duda fue utilizada como zona agrícola y tierra de pasto y caza
Los carpetanos eran un pueblo céltico de origen indoeuropeo que entró en España atravesando los pirineos y tras una colonización primera de Cataluña y del Valle del Ebro, posteriormente se adentraron en el interior de la Península. Fueron una comunidad bastante descentralizada que se dedicaba a la agricultura y aprovecharon por ello las llanuras mesetarias de la zona central para sus cultivos de cereales. Recibieron bastante influencia cultural de los pueblos iberos con los que limitaban, así como también tuvieron contactos con los otros pueblos prerromanos que los rodeaban: vetones, celtíberos, oretanos, vacceos, etc. Aunque no fueron un pueblo muy belicoso, lucharon primero contra los cartagineses, en ocasiones aliado a vetones y celtíberos y posteriormente contra los romanos, integrándose finalmente en el 179 A.C. en la Hispania Romana.
El Yacimiento de Miralrío consta de una vivienda rectangular, de la que se ha hecho una reconstrucción de una de ellas. Está dividida en dos estancias y existe también una hilera de guijarros que delimitaría el espacio público. Las habitaciones están formadas por zócalos de 2 a 3 líneas de piedra y arcilla. El suelo era de tierra apisonada. Aquí se ha encontrado cerámica con figuras geométricas típicas del estilo ibérico (prueba del contacto entre ambos grupos) así como otros tipos de cerámica negra o bruñida similares a otras encontradas en la meseta así como la consabida cerámica jaspeada. Abundan los fragmentos de grandes tinajas de cerámica que se usaban para almacenamiento, piedras de molino y un hogar. Parece ser que también había tres silos de planta circular que almacenaban los excedentes agrarios. Igualmente se han encontrado restos óseos de ganado (especialmente cabras y ovejas) en uno de los depósitos, lo que nos indicaría también la actividad ganadera del poblado que se complementaría con la abundante caza y pesca en las inmediaciones.
En la vivienda carpetana se realizaban otras actividades domésticas como la cestería, el tejido o la molienda del grano.
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Vista panorámica del yacimiento |
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El yacimiento es accesible a través pasarelas |
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Para hacer más atractivo el yacimiento se ha idealizado lo que pudiera se una vivienda carpetana |
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