Lo que de lejos aparenta ser un cerco de humedad similar a los que se suelen observar cuando ocurren inundaciones que dejan una marca hasta donde llegó el agua, encontramos en uno de los pasillos que sirven de correspondencia entre las distintas líneas de la estación de cercanías de Méndez Álvaro unos curiosos azulejos. Obviamente son detalles que pasan inadvertidos para el acelerado trasiego de transeúntes que por aquí discurren diariamente. Pero si observamos con atención, veremos un particular skyline de la ciudad de Madrid en el que se pueden reconocer la silueta de algunos edificios emblemáticos como son la Torre de Madrid, la catedral de la Almudena, La Unión y el Fénix, situado en la Gran Vía, o la gran cúpula de San Francisco el Grande. También se distingue una estación de tren que podríamos pensar que por proximidad se trate de la de Atocha, pero debido a la perspectiva del mirador cercano situado en el cercano parque Tierno Galván, se deduce que puede ser la cercana de Delicias donde se sitúa en la actualidad el Museo del Ferrocarril. Podemos deducir que se trata de un guiño que los responsables de la estación de Renfe han querido otorgar a las magníficas vistas de la ciudad que pueden verse desde la zona del Planetario y que desde esta estación de Metro y Cercanías son fácilmente accesibles.
Un trozo de la historia de Madrid se encuentra en el interior de un anodino garaje subterráneo y constituye una agradable sorpresa para aquellos que buscan aparcamiento por las inmediaciones del Palacio Real. En efecto; se trata de los restos de la llamada Torre de los Huesos, construida en el siglo XI por los habitantes musulmanes del Madrid de aquella época cuando aún se llamaba Maǧrīţ. Se trataba de una torre de vigilancia situada en el exterior del recinto amurallado, junto al cauce del antiguo Arroyo del Arenal, establecida aquí dos siglos después de la construcción de las murallas musulmanas en el siglo IX. Su función consistiría en avisar del posible acercamiento de tropas de los reinos cristianos del norte en sus incursiones de saqueo por esta zona del centro de la Península. El nombre de esta atalaya deriva de la Huesa del Raf, el antiguo cementerio islámico, en cuyas cercanías se hallaba la torre. Cuando Alfonso VI conquistó la ciudad, la torre pasó a formar parte ...
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