Hoy en día estamos acostumbrados a, ni si quiera, pararnos a pensar de donde proceden los alimentos que consumimos. Es habito rutinario ir a los supermercados para abastecernos de cualquier artículo de alimentación y pocos se preguntan acerca de donde proceden y como se procesan las frutas, la verdura, la carne, el pescado o la leche. Obviamente sabemos, pero a veces olvidamos, que este último y esencia producto lo producen las vacas y que éstas tras ser ordeñadas mecánicamente en vaquerías industriales y adquirido por empresas lacteas, se envía a factorías en las que tras un proceso de pasteurización y envasado es enviado a los establecimientos donde lo adquirimos en formato de botella o tetrabrick. Pero no hace muchos años la manera de abastecerse de leche en una gran ciudad como empezaba a ser Madrid, no debía ser empresa pequeña. Al no existir toda esta mecanización en el ordeño, tratamiento y transporte de la leche, para que existiera su cada vez más creciente demanda, era necesaria la existencia de vacas, de muchas vacas. Se estima que en los años 50, existían en la capital cerca de 20.000 vacas distribuidas en unas 800 vaquerías y la mayoría de ellas dispensaban además leche al público que también servían a domicilio. No es necesario decir que la presencia de estos establecimientos causaba grandes molestias a los vecinos sobre todo por el estiercol y los malos olores que producían los establos. También se daban casos de enfermedades como la brucelosis o fiebre de malta derivada del defectuoso tratamiento de la leche. La industralización lactea que impera hoy en día comenzó a imponerse en los años 60 y unido a los problemas anteriormente fue el motivo por el que en 1961 se publicase el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubre, Nocivas y Peligrosas que daba un plazo de 10 años para la desaparición de las vaquerías, fue la puntilla para estos establecimientos, al menos en el ambito urbano.
De aquel mundo apenas quedan vestigios. Curiosamente en el número 103 de la Avenida Monte Igueldo encontramos una antigua vaquería reconvertida en vivienda particular. "La Tierruca" era propiedad de un tal Leoncio y su mujer, Julia. Como el nombre del local indica eran originarios de Cantabria, en concreto de Selaya. El establecimiento hace esquina con la calle Hachero que es por donde estaba la entrada a los establos mientras que la lechería y la vivienda donde residían los dueños tenía su entrada por la calle Monte Igueldo.
Lo más interesante de esta vivienda son los azulejos, milagrosamente conservados, del taller de cerámica del insigne Enrique Guijo Navarro (Córdoba, 1871- Madrid, 1945) autor entre otros de los azulejos de Los Gabrieles o la Farmacia Juanse. En el conjunto podemos observar tres paneles cerámicos; uno sobre la ventana con el nombre del establecimiento en llamativas letras mayúsculas: "LA TIERRUCA-VAQUERÍA" y otros dos con escenas campestres, más propias de la tierra originaria de los propietarios, alusivas al ordeño y el reparto. En la de la izquierda observamos a una mujer joven que arrodillada se dispone a ordeñar manualmente a una vaca. Bajo la imagen podemos leer "LECHE PURA" aludiendo quizás a la garantía de que el producto que aquí se vende no está adulterado. En la de la derecha, un muchacho reparte la leche con un artilugio en forma de mesa de la que cuelgan las lecheras y la leyenda "SE SIRVE A DOMICILIO". Es decir dos prácticas que garantizan tanto la calidad de la leche como la facilidad de repartirla en la propia casa del cliente. Características ambas que los propietarios quisieron inmortalizar con estos murales de uno de los más renombrados artistas de la azulejería madrileña.
***
La murales de la antigua vaquería "La Tierruca" pueden verse en la Avenida Monte Igueldo 103 en el distrito de Vallecas.
Saber mas: Vallecas Web. https://vallecasweb.com/reportajes/item/vallecas-las-vaquerias-un-capitulo-fundamental-de-la-historia-de-vallecas-201012







Comentarios
Publicar un comentario